África y Asia adoptan tecnología de vanguardia para cerrar la brecha en el acceso a la salud
En zonas rurales de África y Asia, donde el acceso a médicos especialistas y laboratorios es limitado, la inteligencia artificial (IA) está marcando un antes y un después en el diagnóstico de enfermedades críticas como la malaria, la tuberculosis, el cáncer cervical y las infecciones respiratorias.
Organizaciones como la OMS, en alianza con empresas tecnológicas, están implementando sistemas de IA que analizan imágenes médicas y pruebas de laboratorio con una precisión comparable a la de médicos altamente capacitados. Estos sistemas pueden identificar patrones anómalos en radiografías, detectar parásitos en muestras de sangre y alertar sobre posibles riesgos con apenas una imagen tomada desde un teléfono móvil.
Un ejemplo destacado es el proyecto piloto en Ruanda, donde clínicas comunitarias utilizan tablets equipadas con IA para detectar síntomas tempranos de cáncer de cuello uterino. En Bangladesh, una aplicación móvil analiza la tos para prediagnosticar tuberculosis, permitiendo canalizar a los pacientes a tratamiento antes de que se propague la enfermedad.
Más allá del diagnóstico, la IA también ayuda a crear historiales médicos digitales, optimizar tratamientos y capacitar al personal de salud. Esto significa que miles de vidas pueden salvarse no solo por detectar enfermedades, sino por hacerlo a tiempo.
Expertos señalan que esta tecnología no reemplaza a los médicos, sino que los potencia, especialmente en regiones donde la escasez de personal médico es un problema estructural. Sin embargo, el reto está en garantizar que estas herramientas se utilicen de manera ética y con respeto a la privacidad de los pacientes.
La revolución digital está democratizando la salud, y por primera vez, los avances más sofisticados del mundo están llegando a quienes más los necesitan.